Fundación
La Cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad, Quinta Angustia y Santo Entierro de Cristo, aunque desconocemos la fecha exacta de su constitución, data de la primera mitad del siglo XVI. Se erige canónicamente en la capilla de su propiedad en el convento que fue de carmelitas calzados de Nuestra Señora del Carmen de Antequera. Concretamente el diecisiete de febrero de 1560 le fueron concedidas a la capilla de la Hermandad las mismas santas indulgencias que posee la Basílica de San Juan de Letrán en Roma, confirmadas dieciocho años después.
En sus orígenes se trataba de una cofradía penitencial cerrada, cuyo número limitado de hermanos era de setenta y dos. La Cofradía estaba compuesta por hermanos de luz y de sangre, con predominio de estos últimos. En su origen fue una hermandad de las conocidas como “vertical y asistencial cerrada”.
En 1568 los hermanos de la cofradía acuerdan rehacer sus constituciones o reglas. Posteriormente el 18 de mayo de 1608 vuelven a sustituirlas aprobándolas por el entonces obispo de Málaga don Juan Alonso de Moscoso. Tras casi cien años, concretamente el 16 de febrero de 1701 el entonces Vicario General don Juan Manuel Romero aprueba una reforma en nombre del obispo don Bartolomé Espejo y Cisneros.
Desde entonces y hasta mediados del siglo XIX no sufren nuevas modificaciones. En sus órganos de gobierno, la estructura estuvo compuesta por un Hermano Mayor, responsable de la administración y economía; dos alcaldes, cuya misión era concurrir junto al hermano mayor al otorgamiento del cualquier contrato o escritura, que la hermandad hiciera, no teniendo ningún valor cualquier acto jurídico que no llevara las tres firmas estampadas; dos albaceas, encargados de visitar a los hermanos que estuvieran enfermos, asistiéndolos con caridad, si fuera necesario y si fallecieran, cuidar de su entierro; un escribano, responsable de pasar los acuerdos tomados en los cabildos al correspondiente libro de actas, dando fe de ello; un sacristán que cuidaba de la limpieza de la capilla, mantenimiento de los altares y de su ornato; y, por último, estaba el prioste, que convocaba al cabildo, cuando el hermano mayor viere conveniente hacerlo, así mismo era el encargado de portar el estandarte de la cofradía en todas las funciones que se organizasen, así como en la procesión del Viernes Santo.
La salida procesional de la cofradía, durante la Semana Santa, fue en principio el Jueves Santo, cambiándose posteriormente al Viernes Santo, al reformarse los estatutos de 1568. Durante el siglo XVI protagonizó junto a la Hermandad del Santo Cristo Crucificado radicada en el Convento de San Agustín y posteriormente extinguida en el siglo XIX, numerosas y tumultuosas riñas callejeras que acababan en litigios por ver quien procesionaba primero en su dirección a la Real Colegiata de Santa María. Reconociendo la autoridad eclesiástica que fuera la Cofradía de la Soledad por ser la más antigua.
De forma prácticamente ininterrumpida realiza sus salidas procesionales anualmente hasta el año 1924. Ya en nuestros días, reanudó su actividad en 1988 tras sesenta y cuatro años de no efectuar la estación penitencial.
De su recorrido cabe destacar, la elegancia de su procesionar, el respeto, y la belleza del conjunto de sus pasos procesionales pasando por la estrecha calle del Río hacia su templo junto al recogimiento y silencio que acompañan a la cofradía por toda la ciudad, cosa única que la caracteriza e individualiza junto al apagado de la luminaria de las calles y el rezo del santo rosario a su paso.