Santo Cristo Yacente
En comparación con los episodios de la Mortaja y del Traslado al Sepulcro, la imaginería procesional ha reducido a una única figuración escultórica la representación del Entierro, en la cual el cuerpo de Cristo se muestra solitario, en posición de decúbito supino, bien sobre un tumulto o encerrado en una urna de cristal jalonada de ángeles pasionarios.
La talla del Cristo yacente secunda los presupuestos vigentes en el círculo escultórico antequerano del Quinientos, al apostar por la concepción metamórfica que le permitió escenificar la “Depositio”, haciendo referencia a un modelado seco que pretende abundar en la impronta más expresionista y destacada de la visión de Cristo en el sepulcro. La actual iconografía, es una obra anónima del siglo XVI, aunque se acerca en su aspecto a obras del círculo de Diego de Vega, de influencia clasicista y tamaño menor al original, fue en su origen de doble iconografía (yacente y crucificado), debido a la articulación de sus brazos. En el siglo XVIII se le fijan los brazos y se repolicroma al gusto de la época. Agustín Ruiz actuó en su policromía en 1598 y, en 1997, la restauradora Marisa Olmedo Ponce, del Taller de Restauración Municipal del Ayuntamiento de Antequera, quien limpia la policromía de la talla, rescatando en el paño de pureza una policromía anterior, mucho más rica que el repinte existente.