Siglo XIX: culto a sus titulares y actividad cofrade

Cabe destacar en torno a la Cofradía de la Soledad que, a pesar de su interrupción en la salida procesional, el solemne culto a sus sagrados titulares no dejó de celebrarse. Desde el siglo XIX, sucesivamente se celebraban suntuosas novenas a Nuestra Madre de La Soledad, septenarios y  quinarios, con misas cantadas a coro y órgano, con sermones en los que disertaban religiosos venidos de cualquier parte de España y jubileos circulares.

Las memorias de gastos y contables relacionados con estos actos nos reflejan unas funciones religiosas que se celebraban con toda la solemnidad e incluso llegaron a emitirse por Radio Antequera, tal y como demuestran algunas facturas de su archivo.

Otro aspecto interesante dentro de este apartado religioso es el plan del hermano mayor, José García Berdoy, que aproximadamente en 1.939, estaba en contacto con varios sacerdotes, uno de ellos en Roma, fray Pedro de la dedicación del Pilar, para renovar ciertos privilegios, otorgados por una Bula del Papa Gregorio XIII (1572-1585), de la época de la fundación de la cofradía, relativos a la capilla de Ntra. Sra. de la Soledad y otros concernientes a la salida del Viernes Santo.

Como se ha apuntado, en años en los que no hubo estacón de penitencia existió actividad cofrade, a través de su junta directiva personalizada en la figura de sus hermanos mayores de la familia García Berdoy. Son diversos los documentos que nos indican el funcionamiento de la cofradía, en este caso, borradores de actas de cabildo. Así, en el cabildo celebrado el 19 de enero de 1930, la junta estaba presidida por José García Berdoy y se detallan las cuotas mensuales de hermanos, que ascendían a 1.386 pesetas, según cuentas del ejercicio anterior de 1929. En otra sesión, celebrada el 28 de marzo de 1938, en el segundo punto del orden del día se trató la solicitud del ayuntamiento de Antequera para que saliese el trono de la Urna del Santo Entierro del Carmen en la procesión del Viernes Santo, acompañado por la Virgen de la Paz, como advocación de la Soledad. El ayuntamiento subvencionó a la cofradía de la Soledad con 1.000 pesetas para los gastos de la salida. En esta misma acta, tercer punto, se informa del fallecimiento de la camarera de la Urna, D. ª Soledad Gozálvez, nombrando “por tradición familiar…” a su nieta D. ª Soledad Muñoz Rojas. También se comunicaba el fallecimiento del hermano mayor de insignia de la Urna, Sr. Romero García, aceptando su hijo, Francisco Romero, el cargo. En otro cabildo del 30 de enero de 1.956 se designa nuevo hermano mayor (y junta directiva) al que hasta ahora había sido su tesorero, José García-Berdoy Carrera, sucediendo a su padre fallecido en 1953.

Pero, sin duda, lo que refleja un trabajo incesante en la cofradía son los proyectos de reforma de los tronos. Centrándose los esfuerzos en la Urna del Santo Entierro, cuya reforma comenzó a plantearse en 1923. En 1.939 trabajaría en ella Francisco Palma Burgos y su impulso definitivo será el 5 de agosto de 1943. Hacía dos décadas que no realizaban su salida procesional, firmándose un contrato con Navas Parejo, que realizará la última y más importante transformación del trono. Cinco años después, en 1.948, el trabajo estaba concluido. Ese mismo año, el ayuntamiento organizaría la Semana Santa. Según acuerdo entre cofradías, el Jueves Santo le correspondería salir a los Dolores y la Paz. El Viernes Santo habría una procesión de silencio compuesta por los tronos de la Urna del Carmen y la Virgen de la Soledad, segunda salida después de 1.924, pero tuvo que suspenderse por la lluvia.

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